Claroscuros // José Luis Ortega Vidal
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La tragedia educativa ocurre en Mecayapan, pueblo nahua en el sur de Veracruz.
En estadística sería como una toma de muestra.
18 alumnos del sistema Telesecundaria.
Primer grado.
Algunos no conocen bien las tablas de multiplicar.
Otros no saben leer al cien por ciento.
Hablan su lengua materna pero las fallas estructurales: pedagógicas/lingüísticas de lectoescritura se originan en la primaria diseñada como bilingüe pero operada como monolingüe.
Una maestra ofrece el testimonio: el regreso a clases en plena pandemia obliga a la educación a distancia.
De sus 18 alumnos la mayoría no cuenta con internet en casa; tampoco con televisor.
Han tomado clases, primero los 18 y luego 9, via grupos de wasap.
Papá y/o mamá cuentan con celular.
Al inicio hubo gran entusiasmo, narra.
Con los días decayó.
En el pueblo hay internet pero se debe pagar saldo en celular o la hora respectiva en un chat público.
No hay dinero.
Los indígenas están al final de la cadena alimenticia en México; lugar que disputan con los poetas…
Es previsible -no deseable- el fracaso del sistema educativo a distancia en un amplio sector de la población mexicana: la víctima de pobreza en algunos o todos de sus múltiples rostros…